El 60% de los casos de tromboembolismo venoso (TEV) ocurre durante o después de la hospitalización debido a varios factores de riesgo que se presentan en el entorno hospitalario:
Los pacientes hospitalizados a menudo pasan largos períodos en cama, lo que disminuye la circulación sanguínea en las extremidades inferiores, favoreciendo la formación de coágulos.
Las intervenciones quirúrgicas, especialmente las mayores, pueden dañar los vasos sanguíneos y aumentar la activación de los mecanismos de coagulación. Además, la inmovilización postoperatoria contribuye al riesgo.
Las enfermedades agudas que requieren hospitalización, como infecciones severas, insuficiencia cardíaca o respiratoria, y cáncer, están asociadas con un aumento del riesgo de trombosis debido a la inflamación y otros cambios fisiológicos.
Procedimientos invasivos y la presencia de dispositivos médicos, como catéteres intravenosos, pueden dañar el endotelio vascular, uno de los factores de la Tríada de Virchow.
Las condiciones que aumentan la tendencia de la sangre a coagularse, como ciertas enfermedades o tratamientos médicos (por ejemplo, terapia hormonal o quimioterapia), son comunes en pacientes hospitalizados.
La deshidratación puede espesar la sangre, aumentando el riesgo de formación de coágulos.
Estas condiciones y factores de riesgo, que se agravan en el entorno hospitalario, contribuyen significativamente a la alta incidencia de TEV durante o después de la hospitalización.